Para algunos nos chirría, para otros no. Por un lado, estamos los que entendemos que las relaciones de poder existen e influyen. Y, por otro lado, están los que enmarcan el acto por la euforia del momento y normalizan una situación muy común en nuestra sociedad. Él tiene un poder intrínseco, e indistintamente del rol que desempeña por su profesión, puede hacer lo que le dé la gana y mostrarse como quiera. Ella no tiene poder para decidir si lo consiente o no porque en ese momento no tiene dicha capacidad.
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