Una niña iraní mira al frente, con los brazos cruzados. Lleva el velo, y cierta firmeza en los ojos. Apenas dos viñetas después, se ven hombres y mujeres exaltados, protestando con el puño levantado: arranca la Revolución Islámica. Aquellos dibujos, que dieron comienzo en el año 2000 a Persépolis, cambiaron la historia de esa chiquilla, de la novela gráfica y, tal vez, incluso de Irán.
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