Para algunas jóvenes lo que empezó como un acto político ya no lo es: han sacado el sujetador de su imaginario (y de su armario) y ya ni se plantean volver a ponérselo. El largo confinamiento del 2020 también supuso un punto de inflexión para no pocas mujeres, que se acostumbraron a ir cómodas y se niegan a volver a opresiones pasadas.
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