Mafalda era una niña que hablaba con voz propia de cosas serias, relevantes. Era protagonista. Ella y su nombre aparecían en la portada mi libro. Una aspirante a mujer culta destinada a hacer cosas grandes, a pasar a la historia. Lista, independiente, con ideas propias y claras, que veía el mundo desde sus ojos y a la que se escuchaba. Quino la escogió a ella, una voz femenina para analizar y criticar la realidad.Por esa época, eran muy pocas las protagonistas de cómic femeninas. Gracias, Quino, por crear a la heroína eterna.
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