Totalmente gris. Ese es el color que el Ayuntamiento pretende que tome Madrid poco a poco. Y no solo por el granito. Ya lo hizo prohibiendo los miniconciertos en multitud de bares, recortando la música en la calle, cortándo árboles sin ton ni son y dejando que el aire se llenara (del humo) de tubos de escape sin hacer nada.
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