Sí, por su madre. Y allí se quedó. Ha estado prostituida más de 20 años, saltando de un establecimiento de venta de sexo a otro. "Yo solo hacía lo que me enseñaron a hacer de pequeña, lo único que sabía hacer", cuenta a sus 50 años, con los ojos empañados de lágrimas al recordar el horror por el que pasó. Le llevó toda una vida conseguir salir de ese mundo que describe como una "auténtica tortura".Pero lo logró. Junto con otras 20 compañeras de burdel aprendió a hacer chorizos y montó una empresa de preparados cárnicos en Colombia.
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