Las golosinas y confites no eran para él. Los reservaba para los niños que frecuentaban entre 2008 y 2009 aquel local de fotocopias, servicios detallados de internet y elaboración de trabajos universitarios, aún ubicado en la avenida Libertador de Maracaibo, en el occidente de Venezuela, frente a una cancha de baloncesto y entre calles atestadas de comerciantes. Sus edades oscilaban entre los siete y los 12 años. Los sentaba en su regazo o entre las piernas para mostrarles videojuegos en línea o abrirles cuentas en alguna red social
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