Los españoles se muestran más pesimistas que sus homólogos europeos respecto a la situación económica y, especialmente, en relación al empleo. Y ese cambio de percepción ya empieza a notarse en sus hábitos diarios. Una primera medida ha sido la reducción del gasto familiar fuera del hogar, que se ha traducido en un descenso de las compras de textil, de bebidas y snacks. También se ven afectados los gastos en gasolina, restaurantes, y las compras de productos de marca blanca se disparan.
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