“Hola guapas, ¿a dónde vais?”. “Cariño, ¿ya te vas? ¡Quédate aquí conmigo!”. “Hmm, preciosa, qué buena estás”. Everon El F probablemente el año pasado, mientras le decía estas cosas a dos grupos distintos de mujeres en la vía pública, no sabía que se convertiría en el primer sancionado por ese acto que unos consideran piropo y otros acoso callejero.
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