Según Borges, la literatura tiene fases de tedio necesariamente inevitables. Solo los libros de temporada prometen acción, sentimientos y tensión permanente. Pero si lees a Borges, a Dostoievski, a Céline, a Tolstoi, a Galdós, a Benet, tienes en algún momento el tedio asegurado. Y es que en la vida, el tedio es parte esencial de ella, ¿cómo no lo va a ser de la literatura?
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