"La tropa se negó y Maximiano, enfurecido, ordenó una decimatio, un castigo tan extraordinariamente duro que a menudo se consideraba contraproducente, de ahí que quedase reservado a casos de gravedad excepcional. Consistía en dividir cada cohorte en grupos de una decena de soldados y ejecutar por sorteo a uno de cada, con el agravante de que los verdugos debían ser sus propios compañeros, los nueve que se habían librado, que a continuación debían pernoctar fuera de la protección de la empalizada del castrum".
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