Tras terminar su estancia en Copenhague, Heisenberg no había tenido ninguna dificultad en escribir unas ecuaciones que expresaban la posición y la velocidad de un electrón como la combinación de las oscilaciones fundamentales de un átomo. Pero cuando insertaba estas expresiones compuestas en las ecuaciones estándar de la mecánica el resultado se parecía mucho al caos absoluto. Donde debería haber un número aparecían listas de ellos, el álgebra no podía ser más elemental, y sin embargo explotaba llenando páginas y páginas de fórmulas repetitivas
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