El país quiere presionar a los ciudadanos que hablan ruso a que tomen partido, sean partidarios o no de Vladimir Putin. Y, de momento, en algunos lugares públicos se ha prohibido el uso del ruso. También en empresas privadas. Antes del colapso de la Unión Soviética en 1991, muchas familias rusas y ucranianas fueron enviadas a Letonia como parte de un programa de reubicación forzosa de mano de obra, algo que a lo largo del tiempo ha dejado un poso cultural y social, cuenta la BBC.
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