Y entre tanta pena, tantas pérdidas y tanto dolor… De vez en cuando, en plena pandemia del covid-19, aparece una historia bonita. Esta tiene nombre y una sonrisa incansable: la de María Flor García González “Mari”. Una mujer ingeniosa y decidida que prefirió quedarse en casa para cuidarse ella y cuidar de los demás. Eso sí: sin renunciar a nada. Ha diseñado un método para tener de todo en casa, y sin pisar la calle: con una cuerda, baja desde su piso de Villlallana una bolsa en la que le dejan el pan o el pedido de la carnicería.
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