Ante esta tesitura, y en lugar de evolucionar, de adaptarse a los tiempos que corren, las discográficas están tratando de mantener por todos los medios un modelo de negocio caduco, condenado a pasar a mejor vida más pronto que tarde. Buscan, con la inestimable ayuda de los políticos de turno y de su competente plantilla de abogados, compensar las pérdidas de ingresos por la venta de discos con nuevas e "imaginativas" fórmulas recaudatorias. La última que se le ha ocurrido a la RIAA, ha sido enfrentarse a las cadenas de radio.
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