El ciclista, como tantas mañanas, apura a la vez el agua de su botella y la luz que inunda la playa. Hay días que no se puede creer que semejante regalo de los dioses haya podido sobrevivir allí, a apenas una decena de kilómetros de la plaza de Cataluña y de las Ramblas, por donde a diario avanzan hordas de cruceristas ansiosos por asestarles sus fotografías a los edificios de Gaudí.
|
etiquetas: ultima , playa