Valentina Tereshkova siempre había sentido pasión por volar, así que se inscribió en un aeroclub de su ciudad para dar un curso de paracaidismo. Era el año 1959 y tenía 22 años. Esta experiencia se convirtió en su afición preferida y comenzó a dedicarle más y más tiempo libre. Al poco tiempo, ya había realizado más de cien saltos en paracaidas, siendo una de las paracaidistas más avezadas del momento. En 1961 Valentina solicitó ingresar en el Centro de Entrenamiento para Astronautas. La «pureza de su sentimiento comunista» facilitó las cosas.
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