Hay una banalización generalizada de la miseria, por alguna extraña causa los medios de masas se llenan de testimonios de ciudadanos describiendo sus penurias, describiendo el dramatismo de sus existencias de funambulista sobre el alambre de los mil euros. Me daban ganas de vomitar las entrevistas a jovenes que superando la veintena y sin asomo de sonrojo se autocalificaban como pobres por tener un salario de 900€, me daban ganas de vomitar sus quejas describiendo sus desventuras ante la imposibilidad de independizarse con ese nivel de ingresos
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