Las sondas Voyager I y II, a su paso cerca de cada uno de los planetas exteriores del Sistema Solar, capta con sus sensores la interacción de sus ionosferas con el viento solar. El resultado, son una resonancias que se producen en el rango de los 22Hz-22.000Hz, el rango al que es sensible el oído humano. Después de su conversión de onda electromagnética a sonora, el resultado es una sucesión de sonidos, casi musicales, tan impactantes como hermosa.
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