"Se va a cagar la perra", aseguraba muy ufana Soraya, nuestra flamante representante en Eurovisión, a través de una camiseta que lució por las calles de Moscú sólo unas horas antes de que comenzase el festival. Y lo cierto es que tenía razón. Lo suyo fue un gran excremento canino, un enorme zurullo de chucho, un descomunal tordo de gran danés. Penúltimo puesto, el peor de la década, con sólo 23 puntos, 19 de los cuales fueron generoso donativo de nuestros queridos vecinos Andorra y Portugal.
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