Irónicamente, la gran debacle del capitalismo desregulado no la está pagando el capital, sino el trabajo. En el año más terrible de la crisis, el 2009, el PIB europeo perdió un 4,1% (en España fue un 3,7% ). Sin embargo, es evidente que la calidad de vida del ciudadano medio ha retrocedido bastante más que ese pequeño porcentaje; más aún en España con sus más de 4 millones de parados. La diferencia entre lo que caen los grandes números de la macroeconomía y lo que de verdad pierde la sociedad es un beneficio que algunos se están llevando crudo.
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