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La catedral de Justo

La catedral de Justo

«El ser humano es impredecible», decía el anuncio publicitario que lo dio a conocer al mundo. En realidad, él no buscaba reconocimiento, sino algo más prosaico: pasta gansa, vil metal, dinero, en definitiva. Aunque no le pareció suficiente. «Seis millones (de pesetas) para tres días que han estado molestando, una empresa que tiene dinero… pues no, no me dieron tanto». Total, que, como todos sospechábamos, el ser humano es bastante predecible, incluso alguien como Justo Gallego Martínez, el constructor solitario y autodidacta-

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