Probablemente nunca antes ni después de Kraftwerk ha existido un grupo capaz de desarrollar elocuentes conceptos sonoros y gráficos, siempre en paralelo a la creación musical, y no necesitar apenas palabras para explicarlo. Se crearon a sí mismos. Ellos inventaron el lenguaje. Y su influencia es, si acaso, más demoledora que la de Elvis Presley o los Beatles. Levantaron toda la infraestructura viaria, ferroviaria y cibernética necesaria para que con el tiempo los músicos sólo tuvieran que coger el coche para comprar el pan.
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