Tiene nombre rimbombante, unas reglas extremadamente complejas y una historia mucho más extensa que la de la mayoría de juegos de mesa que hoy son un éxito de ventas. Aunque su tablero pueda recordar al mismo que se utiliza para el ajedrez y las damas, lo cierto es que poco tienen que ver entre sí. De hecho, más allá de entretener, este juego servía para enseñar nada más y nada menos que matemáticas. Se trata de la ritmomaquia.
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