El Estado francés permite el afrancesamiento de apellidos extranjeros, pero no el cambio inverso. Por ello un grupo de judíos franceses ha debido apelar al Consejo de Estado para intentar recobrar su apellido original, afrancesado por sus mayores tras la II Guerra Mundial. Hoy en Francia son los magrebíes quienes mayoritariamente cambian su patronímico: se estima que un candidato a un puesto de trabajo con un nombre francófono tiene un 32% más de posibilidades de ser contratado que quien lleva un nombre magrebí.
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