Y dice Eslava Galán que fue a partir de entonces cuando el que en buena hora nació se convirtió en algo más que un mercenario. «El Cid se se consideró desligado de toda fidelidad hacia su monarca en adelante obró en provecho propio. Como señor de la guerra combatió por el botín en las ricas tierras levantinas, que bien conocía del tiempo en que sirvió a sus anteriores patronos (...) El Cid batalla por la pasta. Nada que objetar. Cada cual se gana la vida como puede.
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