Si la preparación tiene que ver con cuánto se ha estudiado, que me disculpen, pero, al menos en las universidades, hace veinte o treinta años se estudiaba muchísimo más. ¿Que no es cuestión de cantidad, sino de resultados? Pues entonces que alguien nos explique por qué tantos acaban hoy una carrera con faltas de ortografía, sin ser capaces de comprender un discurso mínimamente abstracto y con un repertorio de palabras que no va más allá del que es propio de locutores deportivos medio oligofrénicos.
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