Premo para la cultura española en el exilio.Tras un año y cuatro meses en paro, Federico Rodríguez no tuvo más remedio que hacer las maletas y marcharse al país que le abría las puertas que le cerraba su tierra. Este filósofo, de Jerez de la Frontera (Cádiz), es el ejemplo vivo de la fuga de cerebros en España.O como prefiere llamarlo Fátima Báñez, "movilidad exterior". Federico es el único de los premiados que no es chileno.
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