Cuentan sus vecinos de Santurce, en Vizcaya que, a menudo, se escuchaban peleas. Ella, de 51 años, llevaba tiempo viendo con él, un camerunés de 24 años. Ni su rostro podía disimular las constantes discusiones cuando salía de casa llorando, ni intentaba ocultarlas cuando aprovechaba la conversación con alguna vecina para desahogarse. Sin embargo, no constan denuncias previas ni orden de alejamiento.
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