Josep Pamies, a sus 66 años, va a sentarse en el banquillo por hacer lo que él denomina una “dulce revolución”: cultivar cannabis y otras plantas medicinales para que cualquier ciudadano pueda beneficiarse de una sanidad alternativa. Irá a juicio, pero no piensa rendirse: asegura que no tiene miedo de entrar en prisión y que en poco más de un mes volverá a cultivar.
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