Las mejores piezas suelen ser rarísimas. La bibliofilia es una de las pocas cosas en la que el dinero es la segunda cosa importante: la primera es que te lo quieran vender. Los libros eróticos han tenido acomodo en algunas bibliotecas nacionales, por ejemplo, en París, donde existía un lugar específico y restringido para albergar estas obras. Se llamaba L’Enfer, el Infierno, y de ahí tomaron su nombre las escasas bibliotecas que disponían de un espacio similar, como en la British Library.
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