Cuando estuvo al frente del Ministerio de Interior, Sarkozy aumentó sustancialmente los fondos destinados a la religión católica. El mensaje de Benedicto a los franceses elogia la trampa de la sana laicidad (esa especie de confesionalismo abonado para la especulación y el expolio eclesiástico), y les exhorta a huir de los ídolos y a someterse a la protección mariana. Así como la Theotokos se quiere redentora del dios dinero, el programa evangelizador contra la Europa pagana y democrática se incrusta hoy en la cuna del laicismo.
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