Los liberales afirman que la población asalariada actúa «contra su propio interés» aludiendo a programas sociales como la seguridad social o las prestaciones por desempleo. Los progresistas sostienen que los trabajadores hostiles al Estado son «racistas», «fundamentalistas» y/o actúan de forma irracional o ciega a causa del miedo injustificado a las amenazas a las libertades individuales. Expondré aquí que hay muchas razones sensatas, racionales y materiales para que la clase trabajadora se rebele contra el Estado.
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