Llega el momento de revisar las prácticas quizá no ilegales pero sí incorrectas con las que algunas empresas van sorteando la presentación de la declaración del IVA cada mes. Ya no va a haber un inspector enfrente que pueda mostrarse comprensivo con que se achaque un gasto a una operación y no a otra para facilitar el proceso, sin que ello implique pagar más o menos impuestos. A partir de julio la contraparte va a ser una máquina que va a procesar (y a cruzar) la información, y, si no es correcta, dará la voz de alarma.
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