El informe Tesoro italiano no nombra a ninguno de los bancos implicados ni da detalles de los contratos originales - cuestiones que preocupan a los auditores estatales -, pero los expertos creen que estos contratos se remontan a finales de 1990. Por aquel entonces, justo después de que Italia se uniera al euro, Roma maquilló sus cuentas mediante la aceptación de los pagos por adelantado de los bancos con el fin de cumplir los objetivos de déficit fijados por la UE.
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