Jibril es alto y corpulento, con la piel clara, los ojos azules y el pelo rojo. Podría ser un judío askenazi, pero es palestino y vive en Tulkarem, ciudad a los pies de las montañas de Samaria, enganchada a Israel y con dos campos de refugiados que son memoria y resistencia. Jibril no se llama Jirbil. “En estos tiempos es mejor no decir nada sobre uno mismo”, me cuenta en un café del centro de la ciudad. Despliega el diario Al Quds y en portada va el ataque de Hizbulah contra la brigada Golani en el norte de Israel y el incendio de varias...
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etiquetas: israel , palestina , odio , lucha
Conste que no estoy justificando absolutamente nada. Es sólo que me llama la atención que se critique a Israel, con toda razón, por lo que está haciendo y se obvien los atentados cometidos por los palestinos. Y no hablo sólo del 7-O, sino de cuando hacen estallar mochilas bombas en autobuses, o se lían a cuchilladas con el primero que se cruzan, que no siempre es un soldado.
Lo que entiendo es que festejen que le caiga un misilazo a un cuartel israelí y alguno de los psicópatas que se ríen cuando arrasan barrios enteros acabe bajo tierra.
Se lo han buscado a pulso los últimos 40 años (por lo menos) de asesinatos cometidos contra palestinos.
Y en la empresa para la que teletrabajo, en algunos equipos de poryectos que están en la UE, les están comenzando a hacerles el vacío y a pasar de ellos.
Dentro de poco, seguro que alguno igual se larga cuando vea que los comienzan a odiar por la que están liando y callarse como putas (merecido lo tienen por otra parte).