Conforme avanzaba la jornada se incrementaban las posibilidades de contagio. “Había una garrafa de agua para que bebiera toda la gente cuando se quedaban sin bebida y en la hora de la comida se formaban grupos de trabajadores que comían todos juntos”, apunta un empleado como otras de las prácticas aparentemente negligentes que ayudaron a la propagación del coronavirus entre la plantilla.
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