El expresidente de Banesto trató de apropiarse de algunas patentes visionarias del ingeniero Antonio Ibáñez de Alba. Bucear en el currículo de Antonio Ibáñez de Alba es una experiencia que atrapa y sofoca. ¿Sobre qué punto debería detenerse el biógrafo? ¿En 1990, cuando sedujo a Muamar Gadafi para plantar hasta 40.000 palmeras artificiales que transformasen el desierto libio en un vergel? ¿O fast forward al verano de 2017 en el que pudimos verle saltar al agua atado de pies y manos para demostrar las bondades del proyecto?
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