Un reciente estudio realizado por Microsoft entre adolescentes europeas muestra que, a los once años, las niñas tienen un interés por la Ciencia y la Tecnología equiparable al de los niños, pero que este interés decae significativamente a partir de los 15 años. Existe, por tanto, una ventana de apenas cuatro años en la que la escuela, las familias y las entidades que trabajan en este ámbito deberían centrar sus esfuerzos para evitar que las adolescentes pierdan su interés inicial por los estudios STEM.
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