El canje del soldado israelí Gilad Shalit por 1.027 presos palestinos tendrá importantes repercusiones políticas. La organización islamista Hamás, que preconiza la lucha armada hasta la destrucción de Israel, adquiere con la operación un nuevo protagonismo, en detrimento de una OLP partidaria del proceso de paz y la coexistencia. Egipto, que ha mediado en las negociaciones, recupera su papel de árbitro regional pese a sus convulsiones internas.
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