Ayer, John Chilcot, cabeza visible del proceso de investigación, reveló sus hallazgos sobre la actuación del gobierno de Tony Blair en el contexto de la guerra de Irak, tanto antes como después de la invasión. Y el resultado fue devastador para el ex Primer Ministro: Reino Unido entró en guerra sin las suficientes pruebas, obviando todas las señales que aconsejaban precaución y, en el mejor de los casos, sobre una negligencia flagrante (en el peor: sobre múltiples mentiras).
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