Durante 249 días con sus noches, el empresario Emiliano Revilla vivió en un agujero de cuatro metros cuadrados que recorría una y otra vez con solo dos pasos, hasta hacer más de 2.000 kilómetros, para mantener la entereza y el equilibrio mental. ETA lo mantuvo allí encerrado entre el 24 de febrero y el 30 de octubre de 1988. Lo vigilaban tres hombres y una mujer, los mismos que lo secuestraron en el portal de su casa de la plaza de Cristo Rey (Madrid), a los que no llegó a ver la cara porque iban encapuchados.
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