El lunes 4 de octubre de 1957, la Unión Soviética puso en órbita el Sputnik: el primer satélite artificial de la historia. Era una esfera metálica de 50 centímetros de diámetro y cuatro antenas que emitían un "bip" (una señal de 20 MHz) cada pocos segundos. Aquel "bip" era detectable desde la Tierra. Dos jóvenes físicos llamados William Guier y George Weiffenbach leyeron la noticia en la cafetería del Departamento de Física Aplicada de Maryland y empezaron a discutir sobre la posibilidad de detectar aquella señal.
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