Esta no es más que la enésima muestra de la confesionalidad católica del rey Juan Carlos… y de toda la familia y la Casa reales. El detalle añadido de la cena, con su boato y desmesura (también verbal) en época de crisis, es sólo una muestra de lo que san Josemaría Escrivá tal vez habría descrito, satisfecho, como “santa (y regia) desvergüenza”.
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