No era un loro cualquiera. Se llamaba Alex (acrónimo de 'Avian Learning Experiment') y llegó a desarrollar la inteligencia de un niño de cinco años. Podía idenficar objetos, números, colores y formas, y distinguir entre «grande» y «pequeño», «igual» y «diferente». Manejaba un vocabulario propio de 150 palabras. Decía «lo siento» si se equivocaba y pedía «quiero volver» (a la jaula) cuando estaba cansado. Noticia original en El Mundo:
www.elmundo.es/elmundo/2008/12/23/ciencia/1230055415.html