Existe un verdadero y último responsable de esta criminalidad incendiaria: la ignorancia y la miseria en la que vive el rural gallego. (...) Es imprescindible pasar una ley exigiendo a los propietarios de fincas (públicos, comunales o privados) la erradicación de especies alóctonas que se encuentren en sus propiedades. Una vez eliminada la amenaza invasora, habrá que desarrollar planes de recuperación de la cubierta vegetal autóctona. (...) Al final aprenderemos que respetar la tierra (...) es consustancial a respetarnos nosotros mismos.
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