La salvaje industrialización acaecida en la última década, el espectacular aumento del parque automovilístico, unido todo ello a la lasa legislación en términos medioambientales y de emisión de agentes contaminantes, junto con las bajas temperaturas que soporta durante todo el año que hacen tener encendidas muchos meses todas las calefacciones de los más de diez millones de habitantes que residen en la capital rusa, ha llevado en los últimos años y en especial en los últimos meses a una situación de alto riesgo para la salud.
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