Leer a Julie Doucet es el descojono máximo porque cuando dibujó sus fanzines a finales de los 80 no esperaba nada ni de nadie, ni del mercado ni de nada. Por eso cada viñeta supone manguerazos de ácido sulfúrico. Pero es que, además, tiene su óptica femenina, la que hace que cuando plantea la misión de una astronauta esta, en el espacio, tenga que enfrentarse una y otra vez a su menstruación fundamentamente (y masturbarse con patatas cuando tiene un respiro)
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