La jerarquía eclesiástica aprovechó sus privilegios legales para inmatricular las catedrales de las ocho capitales andaluzas, así como parroquias, ermitas y casas parroquiales. Pero también inscribió a su favor fincas rústicas y de regadío, olivares, parcelas industriales, párkings, garajes, locales comerciales, viviendas familiares e incluso solares destinados a uso escolar. Hay constancia de que la Catedral de Granada, y otros diez templos de la misma ciudad, fueron inmatriculados apenas unos días antes de que se derogase la reforma de Aznar
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