"Dios respeta las decisiones legítimas de las autoridades civiles, y no quiere imponerse a todos. Pero los césares no han de pretender ser dioses, absolutos e impositivos, sino que han de reconocer los derechos de Dios y de sus creyentes. Es lo que nos mueve: luchar por un orden justo en la sociedad, que incluye el respeto a la plena libertad religiosa. Si no lo hiciéramos, seríamos cómplices de una injusticia social."
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